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​Australia

Part 1

Primeros movimientos / First moves

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Buenos días Australia. Despierta que he venido a visitarte y vengo con ganas de acción. Te conozco brevemente de lo que he escuchado sobre ti, otro país occidental amante del dinero, irrespetuoso con los ancestros de la tierra, los aborígenes, y repleto de turistas de bolsillo. Pero también he escuchado sobre tus inmensas tierras repletas de cariñosos animales, costas salvajes, carreteras interminables y vastos desiertos que no permiten la entrada a cualquier deambulador. Dejaré los prejuicios atrás y estoy preparado para conocerte por mis propios medios durante los tres meses que me permiten verte. Cocodrilos, serpientes, tiburones, arañas, medusas y demás maleantes, sé que merodeáis por estas tierras, venid a mi encuentro que tengo ganas de conoceros, pero desde la distancia que estáis más guapos. Koala, tú sí que puedes abrazarme, pero sin arañar que te quedas sin cigarrito de eucaliptus.


11 de diciembre, aterrizo en el aeropuerto de Gold Coast, costa este de Australia, y tras un exhaustivo registro en la aduana, me dejan entrar. Me encantan los registros en el aeropuerto, al igual que a mi llegada a Nueva Zelanda, me preguntan si he estado en la montaña o acampando, y si llevo conmigo tienda de campaña y botas. Mi respuesta por supuesto es que sí, y acto seguido realizan una limpieza minuciosa del material para que no introduzca bacterias ajenas al país, me parece genial porque la tienda se aguantaba sola ya, gracias aduana.


Me tomo un café mientras espero el bus que me lleva al centro, entablo conversación con el camarero sobre mis primeras emociones de pisar una nueva tierra, y hablamos también sobre café, y su exagerado precio. Lo cobran a 4 o 5 dólares cuando a ellos les cuesta 20 céntimos cada café, y resulta que la industria cafetera genera miles de millones para el país para continuar inflando la burbuja económica australiana. Al final no le queda más remedio que invitarme a ese café, un mínimo gesto que me introduce con buenas vibraciones en el país.


Me dirijo hacia Surfers Paradise, donde me espera mi primer couchsurfer, Marca, una chica española que trabaja como bióloga en un laboratorio, muy maja, nos pasamos las noches en el balcón hablando. El lugar es muy turista, no me gusta. Rascacielos a pie de playa que sombrean la costa al medio día, pieles de plástico deambulando por las calles con la resaca del día anterior, y el perfecto lugar para gastar todo tu dinero. Las aguas de la zona están plagadas de tiburones, y para controlar los posibles ataques, colocan una red a unos 200m de la costa y un helicóptero sobrevuela la costa con un sonar para detectarlos. Los socorristas son de película, llevan el gorrito rojo y amarillo al estilo vieja escuela, me encanta. Después de 5 días me marcho de la casa y voy a ver a Sylvain, un amigo francés que conocí en Nueva Zelanda. Un par de días juntos recordando viejos tiempos y cambio de lugar.


Cargado con el macuto, con la gota cayendo por mi rostro, espero a las puertas de la autopista alzando el dedo pulgar. Dirección norte, Noosa, a unos 300 km. Siete diferentes bienaventurados me ayudan a llegar hasta mi destino en 5h, siete personajes diferentes que me empapan, cada uno a su manera, sobre el estilo de vida australiano y sus costumbres. Uno de ellos en particular, camionero aborigen, me deleita con sus historias de la vida, hablando como si drogado estuviera y mirando más a mí que la carretera. Intenso trayecto.


Una vez llego a Noosa, me espera en el pueblo una familia con la que voy a estar una semana trabajando a cambio de comida y alojamiento. Cocinaba para ellos y les mantenía la casa. Normalmente este tipo de intercambio es una buena experiencia, pero en éste caso no del todo. Simplemente buscaban aprovecharse de algún viajero para que les limpiara la casa, y después de ver una mañana como me dejaron un regalito en el baño, decidí marchar.


De ahí me voy a buscar algún otro tipo de trabajo por alojamiento, ya que no tengo permiso de trabajo legal, y de ésta manera al menos puedo ahorrar dinero. Me presento en el hostal Nomads, con las dudas de si quedarme o no, ya que no me gustan mucho los hostales, pero le doy una oportunidad a ver qué tal. La idea es quedarme una o dos semanas.

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